Muchas veces pensamos que una reforma puede cambiar la estética de una parte de nuestra casa, pero no su funcionalidad. Nos centramos únicamente en la sustitución de revestimientos o suelos, de mobiliario o sanitarios, sin pensar que un buen proyecto puede hacer que cualquier habitación de nuestra casa no solo cambie de paisaje, sino que consiga satisfacer nuestras necesidades de una manera cómoda y funcional. Y es que, por muy enrevesado que sea la geometría de una habitación o muy pocos sus metros cuadrados, existe solución para cualquier espacio de casa, solo tenemos que encontrarla. Era el caso de la cocina que os presentamos hoy en este libro de ideas, sobre la que os mostramos el antes y el después a continuación.
Nos asomamos a la cocina antes de la reforma. El escenario puede resultarnos de lo más familiar y es que, ¿quién no tiene o ha visto una cocina como esta en su vida? No es especial, sino todo lo contrario, se trata de un diseño convencional cuya apariencia nos señala que fue construida hace varios años ya. Independientemente de su estética, la poca superficie de esta cocina menguaba su funcionalidad. El fregadero y la zona de fuegos se encontraban tan próximas que apenas cabía una superficie de encimera entre ambas. ¿Dónde entonces se trabajaba?
Adosada a la pared opuesta y en paralelo se encontraba la otra encimera de la cocina: la que por descarte tenía que ofrecernos una digna y cómoda de trabajo. Alejada de la realidad, esta otra zona también se encontraba llena de obstáculos. Sin embargo, había un punto a favor: ¡la cocina estaba repleta de armarios y cajones dando una buena respuesta al problema del almacenamiento! Y al fondo, ¿qué ocurría?
Como la mayoría de cocinas españolas, esta también contaba con una zona de lavadero complementaria con la lavadora y la zona de tender. También como la gran mayoría, esta se había acabado convirtiendo en un gran trastero donde almacenar trastos de uso esporádico. ¿Era necesario dedicarle estos metros cuadrados?
Para aprovechar mejor la cantidad de luz que entraba por la pared de vidrio y hacer que la cocina ganara unos cuantos metros cuadrados más, se incluyó el lavadero en la cocina. Con este gesto, se podía colocar una pequeña zona de comedor con una mesa en forma de media luna y dos sillas. Sin embargo, no se desechó su uso como lavadero, sino que se trasladó a un armario al fondo de la galería donde se colocó la lavadora y se organizó la zona de almacenamiento.
Para decorar el muro desnudo y ganar amplitud se optó por colocar un papel de cocina con motivos culinarios con base en color blanco, el espacio resulta más amplio y luminoso.
Mejorar la calidad de la vieja encimera radicaba en aumentar la superficie de trabajo y, en consecuencia, la funcionalidad y comodidad en su uso. La zona de fregadero se separó de la zona de fuegos, liberando una amplia superficie, protegida por una tabla de madera. También se mejoró radicalmente la estética de la cocina, dominada por el color blanco y salpicada por acentos de color negro.
No se disminuyeron las áreas de almacenamiento, pero sí se mejoró su integración con el resto de elementos de la cocina, donde ya no hay ningún obstáculo. A pesar de que sigue siendo estrecha, tras la reforma se aprovecha mejor su geometría y superficie: la cocina se ha convertido en un lugar moderno y funcional de la casa.
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