El sillón es uno de esos objetos al que uno le otorga un especial cariño, como esa taza que se usa desde la infancia, o aquella bufanda que tiene décadas de vida pero que nos negamos a tirarla.
En el caso del sillón, la devoción tiene una causa más que sentimental: es el mueble que nos brinda un merecido descanso a nuestro cuerpo -y mente-, tras un día de trabajo agotador. O también puede servirnos para aquellos momentos en que buscamos tener nuestro mundo secreto, en el que queremos leer, tomar una copa o escuchar un concierto sin que nada ni nadie nos interfiera.